Refugiarnos en el viejo sistema no es solución.
Edgar Gutiérrez
Todo tiene solución, incluso el Renap. Hasta ahora la prolongación del caos incentiva acciones desorientadas de medio mundo, y el efecto más probable es que colapse el nuevo sistema, o acabemos ahogándonos en un vaso de agua. Esto se compara a las reacciones de pánico tras un terremoto o un crash financiero: hay más víctimas en el intento desesperado de salvar la vida o la plata, que las que pudo haber provocado directamente la tragedia.
El origen del problema en el Renap –como tantos– se localiza en la corrupción y sus dos primas hermanas: la discrecionalidad y el clientelismo. La corrupción que gobierna un nuevo sistema –para el caso– vuelve ineficaz el proceso y no confiable el producto. El conocimiento especializado y la tecnología que deben ser la plataforma del sistema se hacen trizas y deja al gato patas arriba. Así, el Documento Personal de Identificación se convierte en riesgo de seguridad nacional, y en amenaza a la seguridad internacional; como ocurre con la emisión de ciertos pasaportes, que ya nos hace sospechosos en cualquier aeropuerto del mundo.
El Renap puede colapsar si el Congreso no reforma la Ley pronto y de la manera que es técnicamente correcta. O si el Ejecutivo cae en la tentación de romper las normas e intervenir la institución. O si se permite que el tumulto de gente sin conocimiento ni respeto de jerarquías disponga en la cocina del Registro. O si ganan las campañas interesadas en el descrédito electoral. Con una ley correcta, sacudiendo los sótanos de corrupción (incluida la obscena pretensión de proto-sindicatos del Renap de heredar generacionalmente los cargos) y, por encima de todo, dejar que los técnicos hagan su trabajo. Es la fórmula para enderezar al Renap antes de que arranque oficialmente la carrera electoral.
El Renap no es la invención del agua azucarada. Ni los problemas que enfrenta son originales. En Bolivia y Haití hubo los mismos (hasta peores) dolores de cabeza, y con la debida asistencia técnica los resolvieron en pocos meses. Acá, si hubiese más atrasos de los razonables, votar con dos documentos no es problema, si el padrón electoral está depurado. No manda el documento, sino la base de datos que lo sustenta.
Refugiarnos en el viejo sistema no es solución. El padrón tradicional no es lo fiable que se dice. Aunque a trancas, hay que avanzar en depurar el padrón y en crear sistemas de identidad seguros. No es tarea para mañana, era de ayer.
Fuente: elperiódico